Por: Manuel Alberto Dávila
Durante los últimos cincuenta años los agricultores colombianos han estado
en la escena principal del conflicto armado. En la actualidad, su desarrollo
social y económico son los temas principales de los acuerdos de paz.
El primer hecho interesante sobre estas tierras agrícolas es la falta de uso
que se les ha dado en agricultura. Solamente el 20% de las tierras agrícolas
incluidas en los acuerdos de paz son utilizadas para la agricultura, el
resto son extensas praderas donde pastan alrededor de 22 millones de cabezas
de ganado. Teniendo en cuenta esta realidad, vemos que existe una gran
oportunidad para que el gobierno colombiano le dé un mejor uso a estas
tierras y pueda crear empleos para impulsar el crecimiento económico rural y
cambie el status quo con relación a la gran cantidad de importaciones en
alimentos de la que depende el país actualmente.
A lo largo y ancho de América Latina se han visto unos crecimientos
económicos sorprendentes tras el final de los conflictos internos, este ha
sido el caso de El Salvador y de Perú donde se han alcanzado tasas de
crecimiento del 6.0% y 4.5%. Después de cuatro años de intensas
negociaciones celebradas en la Habana, Cuba, entre el Gobierno de Colombia y
las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – FARC – se llegó a un
primer acuerdo de paz, el cual fue presentado ante el pueblo colombiano el
día 1º de septiembre de 2016. Dicho acuerdo de paz fue luego sometido a una
elección popular, a través de un plebiscito, el cual se realizó el día 2 de
octubre de 2016 en un ambiente pacífico donde los colombianos tuvieron la
oportunidad de pronunciarse.
El resultado del mencionado plebiscito fue un sorprendente triunfo para la
Campaña del ‘No’, el cual obtuvo un resultado a favor de un poco más del 50%
de los votos. Este hecho obligó al gobierno a abrir las negociaciones a
grupos de interés adicionales y a escuchar sus preocupaciones y posiciones.
Con posterioridad a las negociaciones adicionales en La Habana, el segundo
acuerdo fue completado y presentado ante todas las partes el 15 de noviembre
de 2016. Luego este acuerdo fue sometido al voto del congreso el día 24 de
noviembre de 2016, el cual fue finalmente aprobado. Lo que viene ahora es la
implementación del acuerdo de paz.
El capítulo que cubre los cambios en el sector agrícola puede resumirse en
tres pilares principales:
1) Inclusión de los agricultores en la reforma agrícola.
2) La integración de las distintas regiones
3) La seguridad alimentaria.
El presente acuerdo establece la creación de un fondo nacional de tierras,
el cual incluirá tierra de propiedad del gobierno quien será el primer
contribuyente a este proceso, también se contará con donaciones de tierra y
tierras ilegalmente adquiridas. Con posterioridad a este paso, se
establecerá un registro de tierras para garantizar que toda la tierra
incluida en el fondo se encuentre correcta y debidamente registrada con sus
correspondientes títulos para sus usos determinados. Este acuerdo establece
el cuidado que debe tenerse con las áreas de protección ambiental y estipula
que cualquier disputa por tierras será manejada por la jurisdicción del
sector agrícola de interés.
Adicionalmente el acuerdo establece que se harán inversiones significativas
en las áreas rurales, incluyendo carreteras terciarias, sistemas de riego,
redes eléctricas e infraestructura de internet. Existen disposiciones que
establecen que habrá servicio de agua potable en las comunidades remotas y
se ofrecerán servicios de educación y salud en sitios en los que antes no
había sido posible por problemas de violencia. Se fomentarán programas como
cooperativas, unidades familiares económicas y solidaridad comunitaria para
apoyar el comercio de productos locales.
Igualmente se ofrecerá asistencia técnica y tecnológica, tales como bancos
de semilla y se garantizará el acceso a la seguridad social a los
agricultores rurales trabajando en esas zonas. Se implementarán programas de
seguridad alimentaria para garantizar que no haya escasez de alimentos en
las áreas de las granjas rurales, contando con apoyo de solicitudes de
créditos locales que serán facilitadas. Por último, el acuerdo precisa que
el enfoque principal será en programas de desarrollo en las áreas más
afectadas por la violencia y la pobreza. Nada de lo anteriormente mencionado
será una tarea fácil de lograr y el acuerdo plantea desafíos significativos
al gobierno y al sector en general.
Sin embargo, el acuerdo presenta una gran y única oportunidad que debe
aprovechar el pueblo colombiano. El cambio se inicia con una actitud
positiva de nuestra parte y con nuestro deseo de ayudarnos los unos a los
otros y debemos luchar para conseguir esa paz que hemos anhelado durante
muchas generaciones. Todo depende de nosotros, depende de la generación de
los llamados millenials, tenemos que unirnos en una paz prospera y
duradera.